abril 22, 2008

~Mientras Dure la Esperanza~

MIENTRAS DURE LA ESPERANZA

voy a permanecer sentado frente al espejo. Descubrí el rito. Resuelto el misterio es sencillo retenerte. Ya es inútil tu intento de cerrar la puerta. Algo de ti está condenado a la eternidad de la imagen reflejada. ¿Vas a extrañar la sombra que tengo engrente y te abandona? Desearìa vuerte mientras te miras en el espejo, justo como yo lo hago ahora. ¿Serás el mismo reflejo, serás la misma, tú separada de ti y a mi lado?

Primer Dia: Tu perfume. Desde que entraste se dedica a la invasión de mi espacio. Imagino madera y miel, sangre y flor, miedo y noche. Pierdo el tiempo. No está hecho de palabras. Aspiro frofundamente. De lo inexplicable surge tu imagen. Estás aquí.

Tu perfume se vuelve tres brazos. El izquierdo llega al clóset de los olvidos. Llena los rincones y sigue al primer patio. Humilla a las flores y los helechos. Pureba el agua de la fuente y se mete por las ventanas del comedor. Las diez sillas, el trinchante y la carretilla de los platos abandonan para siempre su matrimonio con las carnes y las verduras. Pasa a la cocina por la puerta cíclope y se instala en la estufa, el lavadero y las ollas.

El de enmedio recorre rápidamente el corredor hasta la pared de atrás. Inunda el segundo patio y la pila antigua con sus dos lavaderos. Entra en el cuarto del fondo. Resucita a las cosas rotas y se mete en el viejo armario desnudando los secretos olvidados.

El derecho entra a la sala de las visitas. Desempolva el tocadiscos y se sienta en los lillones. Pasa al estudio. Reconoce el escritorio en forma de haba, se mete bajo el viderio y saluda a los parientes con rostro sepia. Llega al primer cuarto atravesando la puerta interna. Se acuesta en la cama sin dueño. Husmea las mesas de noche. Avanza hasta el baño del fondo. Adorna los azulejos y desplaza al jabón.

Antes del baño, estoy sentado en la cama del último cuarto. Tu perfume es la imagen de alguien que no consco. Hasta ahora sólo te sé Lucía. Me inclino. A travéz de la puerta puedo ver hasta la pared de la sala. Te pararás en el fondo. Desde allí prodrás ver hasta el baño. Va a ser gracioso. Mi cabeza aparentando estar encima del lavamanos, como si fuera la de un condenado a muerte en espera del hacha. Ahora te veré. Te reconoceré, no sé de donde.

Traerás un vestido de algodón blanco. Sandalias del mismo color y una cinta en la cabeza. Te acercarás. Me darás la mano y caminaremos por el patio. Hola. Tu voz callada y dulce. Cerrá los ojos. Cuando no te mire los abrís y mirás las nubes. Nos sentaremos en el suelo.Pero sólo las nubes. Harás de cuenta que el cielo no existe. De una bolsa del vestido sacarás una hoja de eucalipto seca. La recogí ayer a las cuatro y cuarto. Seguramente en el parque. Donde hay un pájaro y una ardilla. Entonces sabré por qué. Desmenuzarás la hoja con tus manos. Me pedirás un papel sin usar. Con cuidado recogerás el polvo del suelo. Lo juntarás todo en el centro. Dibujarás una cara fugaz. Lo doblarás en cuatro y lo meterás en la bolsa de mi camisa. Te lo encargo es como el día.

Volveremos al cuarto. Querré preguntarte tantas cosas... Acercarás un dedo a mis labios, sin tocarlos, y pegarás el oído a la pared que separa mi casa de la vecindad. Me pedirás que te imite. Escucharemos gemidos. Los vecinos harán el amor. Mientras tanto acariciarás mis dedos.

Dibujarás círculos en la yema del índice de mi mano izquierda. Te detendrás en cada surco. Descenderás lentamente, rodeando las separaciones, viajando alrededor. Así con todos, sin prisa. Yo no habré despegado el oído de la pared. Gemidos y besos.

Lentamente desabrocharas tu blusa y la bajaras hasta la orilla de tu sostén para que pueda ver un dije en forma de espiral que te colgará del cuello. Me quedaré quieto. Te quedarás inmóvil. Después de una eternidad te levantarás y no te veré sino hasta mañana.