febrero 27, 2012

Primer dia.


Voy a permanecer sentado frente al espejo. Descubrí resuelto el misterio es sencillo retenerte. Ya es inútil tu intento de cerrar la Puerta. Algo de ti está condenado a la eternidad de la imagen reflejada. Vas a extrañar la sombra que tengo enfrente y te abandona? Desearía verte mientras te miras en el espejo, justo como yo lo hago ahora. Serás el mismo reflejo, serás la misma, tu separada de mí y a mi lado?

Primer día

Tu perfume. Desde que entraste se dedica a la invasión de mi espacio. Imagino madera y miel, sangre y flore, miedo y noche. Pierdo el tiempo. No está hecho de palabras, aspiro profundamente. De lo inexplicable surge tu imagen. Estas aquí.

Tu perfume se vuelve tres brazos. El izquierdo llega al closet de los olvidos. Llena los rincones y sigue al primer patio. Humilla a las flores y a los helechos. Prueba el agua de la fuente y se mete por las ventanas del comedor. Las diez sillas, el trinchante y la carretilla de los platos abandonan para siempre su matrimonio con las carnes y las verduras. Pasa a la cocina por la puerta ciclope y se instala en la estufa, el lavadero y las ollas. 

El de en medio recorre rápidamente el corredor hasta la pared de atrás. Inunda el segundo patio y la pila antigua con sus dos lavaderos. Entra en el cuarto del fondo. Resucita a las cosas notas y se mete en el viejo armario desnudando los secretos olvidados. 

El derecho entra a la sala de visitas. Desempolva el tocadiscos y se sienta en los sillones, pasa al estudio conoce el escritorio en forma de haba, se mete bajo el vidrio y saluda a los parientes con rostro sepia. Llega al primer cuarto atravesando la puerta interna. Se acuesta en la cama sin dueño. Husmea las mesas de noche, avanza hasta el baño del fondo, adorna los azulejos y desplaza al jabón.

Antes del baño, estoy sentado en la cama del último cuarto. Tu perfume es la imagen de alguien que no conozco. Hasta ahora solo le se Lucia. Me inclino atreves de la puerta, puedo ver hasta la pared de la sala. Te pararas en el fondo. Desde allí podrás ver hasta el baño. Va a ser gracioso, mi cabeza aparentando estar encima del lavamanos como si fuera la de mi condenado a muerte en espera del hacha. Ahora te veré. Te reconoceré, no sé de dónde.

Traerás un vestido de algodón blanco, sandalias del mismo color y una cinta en la cabeza. Te acercaras. Me darás la mano y caminaremos por el patio. Hola. Tu voz callada y dulce. Cierra los ojos. Cuando no te mire los abrís y miras las nubes. Nos sentaremos en el suelo. Pero solo las nubes. Harás de cuenta que el cielo no existe. De una bolsa del vestido sacaras una hoja de eucalipto seca. La recogí ayer a las cuatro y cuarto. Seguramente en el parque. Donde hay un pájaro y una ardilla. Entonces sabré porque. Desmenuzaras la hoja con tus manos. Me pedirás un papel sin usar. Con cuidado recogerás el polvo del suelo. Lo juntaras todo en el suelo, en el centro. Dibujaras una cara fugaz. Lo doblaras en cuatro y lo meterás en la bolsa de mi camisa. Te lo encargo, es como el día

Volveremos al cuarto. Querré preguntarte tantas cosas. Acercaras un dedo a mis labios, sin tocarlos y pegaras el oído a la pared que separa mi casa de la vecindad. Me pedirás que se imite. Escucharemos gemidos. Los vecinos harán el amor. Mientras tanto acariciaras mis dedos.

Dibujaras círculos en la yema del índice de mi mano izquierda. Te detendrás en cada surco. Descenderás lentamente, rodeando las separaciones, viajando alrededor. Así con todos, sin prisa. Yo no habré despegado el oído de la pared, gemidos y besos.

Lentamente desabrocharas tu blusa y la bajaras hasta la orilla de tu sostén, para que pueda ver un dije en forma de espiral que te colgara del cuello. Me quedare quieto. Te quedaras inmóvil. Después de una eternidad te levantarás y no te veré sino hasta mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario