marzo 01, 2012

Cuarto dia.


Cuarto día.

No he podido sacarte ninguna palabra. Solo me ves fijamente desde tu vestido rojo, con una rosa igual, que se pierde en él. Tus manos suben lentamente y la flores aparece al encontrar tu cuello desaparece de nuevo en tus labios. Morderás uno de los pétalos. Te acercaras. Me darás la rosa y luego me ofrecerás el pétalo invisible. Te lo arrancare con los dientes. Algo me dirá que tal vez mañana, quien sabe. En el fondo de todos tus aromas reconoceré aquel que es origen y motivo. Tú parecerás darte cuenta. Sacaras de tu bolsa una cinta roja. Me vendaras lo ojos y pedirás que no los cierre. Así el rojo inundara mi vista. Me tomaras de la mano y me guiaras por la casa.

Entre los dos, solo el silencio. En el comedor escogerás algunas frutas. Luego en la cocina sacaras algo del refrigerador. Me llevaras al patio. Entre el olor de las hojas y las flores percibiré algo de ti. Pero no será suficiente. Abrirás los brazos. Empezara a llover. Me dejaras en medio del patio mientras brincas entre los charcos. Sentiré el agua en tus pies. El olor de la tierra húmeda ira cediendo al reconocer el de tu piel mojada. Sabré que te habrás quitado el vestido y te llenaras de ese raro sol que seguirá brillando con el aguacero.

Me llevaras de regreso al cuarto y me pedirás que me siente. Me colocaras las manos en la espalda y las ataras. Me acercaras una fresa. Su olor cederá al de un rojo más intenso, el de tus labios, que casi rozaran mi nariz. Sentiré a través del aire como se humedecen con tu lengua. Luego acercaras otro de los pétalos de la rosa. No me alimentaras. Será solo para ti. Lo mismo la miel y el dulce de higos. Luego me acercaras un pera. Despacio la deslizaras sin tocar mi nariz. Seguiré su contorno hasta sentir algo más áspero. Un durazno. Mis manos temblaran al percatarse de la imitación. Sentiré que te acercas porque casi podre tocar las especies y el azúcar del perfuma en tu cuello. Detrás de el acercaras uno de tus senos. Podre aspirar su suavidad, llenarme de la promesa de fuego en el rojo de tus pezones. Cuando empiece a emocionarme te retiraras. 

Una copa de vino tinto. Afrutado, intenso. Será la antesala a la vuelta de tu perfume pero con otro fuego. Despacio, el mar, fuego avivado por humedades demoniacas y angelicales. El olor de tu sexo será la promesa suprema. No sabré si de salvación o condena. Pero reconoceré tu sexo y con el vendrá la visión del futuro. Solo un instante. Poco a poco te alejaras. Desataras mis manos. Yo no me moveré. Sentiré como tu aroma se aleja contigo, hasta que la casa se quede vacía de ti. Después me quitare la venda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario