febrero 28, 2012

Segundo dia.


Segundo día.

Cuando llego ya estás aquí. No tiene sentido preguntar cuando llegaste o como entraste. Tienes un código diferente, para ti no hay imposibles. Por lo menos eso parece.

Te encuentro sentada a medio patio, en una silla del comedor. Alrededor hiciste un círculo con incienso de diferentes aromas. Tienes los ojos cerrados. Tu vestido es muy parecido al de ayer, pero hoy es violeta. Abrirás los ojos. Siéntate, quiero leerte algo. De tu vestido sacaras un papel muy sucio y doblado en cuatro (me parecerá conocido). Lo encontré tirado en la calle. Sabré que sabrás de qué trataba antes de recogerlo, siempre es así.  

Lo desdoblaras cuidadosamente: Estas dentro y yo fuera, muriéndome no puedo dejar de pensar en ti. No sé si eres la vida o la muerte. Tal vez los dos extremos y ningún mundo.”

Que te parece? Me parecerá extraño. Si la vida, esperanzador. Si la muerte, deprimente. Guárdalo. Será dos estrellas y la confirmación de lo inútil. Serias capaz de venir de rodillas? Cuando este enfrente me recostare en tus piernas. De una maceta de violetas arrancaras algunos pétalos. Me pondrás de espaldas y acariciaras mis parpados con las flores. El mundo se llenara de purpuras, de amaneceres. Escuchare el sonido del agua cayendo de la fuente, y nada más. Me parecerás sobrenatural. Me volteare. Así de rodillas abriré los ojos. Tomaras uno de los pétalos que caen de mi cara. Lo morderás y me lo darás a probar. Me ofrecerás tus manos.

El sabor dulce de la violeta cederá y entonces descubriré otro que se asoma detrás. Ese que te pertenece y me alimenta.

Recorreré obsesivamente tus dedos en la antesala de la adoración de tus líneas. Llevare mis caminos por la vida que trazan tus palmas. En el final de la agonía un beso en tus manos. Será suave, profundo, lleno de incertidumbre de lo que vendrá mañana.

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