Tercer día.
Nos hemos pasado la
tarde tratando de arreglar un rehilete que encontraste. Tenía el palito roto, así
que fue necesario improvisar, una ramita capaz de resistir los rigores del huracán.
Ya instalada la pierna de repuesto pasamos a revisar los ocho cabellos verdes,
como el color de tu vestido. Uno estará muy doblado. Lo arreglaras con ternura.
Limpiaremos los otros y ya estará listo para la prueba.
Subiremos a la
terraza. Escalaras la pared de división. Me temblaran las piernas al verte en
la altura. Levantaras el brazo izquierdo para que el rehilete quede lo más alto
posible. Cuando un poco de aire lo mueva se te iluminara la sonrisa. Te toca. No podre negarme, pero no sé
de donde sacare el valor. Al fin levantare el brazo. Para colmo el viento se
olvidara de mí. Cuando el rehilete gire respirare aliviado. Sos un cobarde. Te volverás a subir. Por eso no sentiste como te rozaba la
eternidad. Haciendo equilibrios y
malabares al fin lograras instalar el artefacto en lo más alto de la casa.
Descansaras en la
sala, satisfecha. Preparare café. Escogerás un disco al azar. De los más
empolvados. Te acostaras en el sillón con la cabeza cerca de mis piernas. Se te
perderá la vista en alguna sombra lejana. Una de tus lagrimas me separara de
tus ojos y pondrá una barrera entre los dos. Con un dedo la recogerás y me la darás
a probar. Si el mundo fuera de sal seria
más aburrido y triste. No sabré que decirte. Te preguntare tu idea del
mundo. No me responderás. Te limitaras a acariciar el aire. Antonio Carlos
Jobim cantara en el fondo. Ni el bosanova te acercara. Tus manos seguirán distraídas
en la nada.
La sal a veces puede
ser buena, te diré. Acariciaras uno de mis dedos. Puede, pero tu sabor es dulce. Será cierto. Sin embargo, no lo diré
por mí, sino por ti. Me sorprenderás y meterás uno de los tuyos en mi boca. Saboreare,
poseeré ese pedazo de ti. Tomaras el mío y también morderás. Entre la miel y el
mar dejaremos detrás caminos húmedos. Dos dedos serpientes presagiaran los
sabores del cuerpo. Pero esta vez la sal es solo sal. Me dirás adiós.
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