febrero 29, 2012

Tercer dia.


Tercer día.

Nos hemos pasado la tarde tratando de arreglar un rehilete que encontraste. Tenía el palito roto, así que fue necesario improvisar, una ramita capaz de resistir los rigores del huracán. Ya instalada la pierna de repuesto pasamos a revisar los ocho cabellos verdes, como el color de tu vestido. Uno estará muy doblado. Lo arreglaras con ternura. Limpiaremos los otros y ya estará listo para la prueba. 

Subiremos a la terraza. Escalaras la pared de división. Me temblaran las piernas al verte en la altura. Levantaras el brazo izquierdo para que el rehilete quede lo más alto posible. Cuando un poco de aire lo mueva se te iluminara la sonrisa. Te toca. No podre negarme, pero no sé de donde sacare el valor. Al fin levantare el brazo. Para colmo el viento se olvidara de mí. Cuando el rehilete gire respirare aliviado. Sos un cobarde. Te volverás a subir. Por eso no sentiste como te rozaba la eternidad.  Haciendo equilibrios y malabares al fin lograras instalar el artefacto en lo más alto de la casa.

Descansaras en la sala, satisfecha. Preparare café. Escogerás un disco al azar. De los más empolvados. Te acostaras en el sillón con la cabeza cerca de mis piernas. Se te perderá la vista en alguna sombra lejana. Una de tus lagrimas me separara de tus ojos y pondrá una barrera entre los dos. Con un dedo la recogerás y me la darás a probar. Si el mundo fuera de sal seria más aburrido y triste. No sabré que decirte. Te preguntare tu idea del mundo. No me responderás. Te limitaras a acariciar el aire. Antonio Carlos Jobim cantara en el fondo. Ni el bosanova te acercara. Tus manos seguirán distraídas en la nada. 

La sal a veces puede ser buena, te diré. Acariciaras uno de mis dedos. Puede, pero tu sabor es dulce. Será cierto. Sin embargo, no lo diré por mí, sino por ti. Me sorprenderás y meterás uno de los tuyos en mi boca. Saboreare, poseeré ese pedazo de ti. Tomaras el mío y también morderás. Entre la miel y el mar dejaremos detrás caminos húmedos. Dos dedos serpientes presagiaran los sabores del cuerpo. Pero esta vez la sal es solo sal. Me dirás adiós.

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